Nunca llueve eternamente

martes, septiembre 05, 2006

AÑORANZA

Otras veces me contabas
tus más ocultos deseos,
y hablando de nuestro amor
los dos, uno sólo éramos:
uno el corazón latía...
Uno solo nuestro aliento.
Nuestras manos se enlazaban
formando eslabón estrecho;
se buscaban las púpilas,
dándose callados besos...
y las almas se veían
y se amaban en silencio.
Ya no somos los dos uno...
Yo oigo suspirar tu pecho...
tu manos abandonadas
quedarse en mis manos siento.
Tus bellos ojos velados
me miran, sin darme besos...
y nuestras almas se hablan
por no mirarse en silencio...
luego, yo te recitaba
poesías que el sentimiento
no el arte, me iba dictando...
y era mi mayor contento
que tú después las guardaras
como amoroso recuerdo,
en el viejo relicario
que tienes junto a tu pecho.
Y tu también me leías
tus versos, divinos versos....
sonrisas de tu mirada
y suspiros de tu seno...
dulces plegarias de niña...
del alma puros acentos.


Una de mis poesías favoritas, hoy viene que ni al pelo... Saludos a todos los que pasan la noche en vela.

ME NIEGO A QUE LO NIEGUEN

Allá dónde estés, parte cóncava de mi convexa naturaleza, escúchame al menos, voy a seguir buscandote, no corras tan aprisa como para no poder alcanzarte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo no niego... Cuando tu egoismo y tu orgullo te dejen ver más allá te darás cuenta de que yo siempre estuve ahí cuando me necesitaste... Y no pienso correr, me marcharé andando despacio y por la puerta de atrás, sin hacer ruido... pero no me iré demasiado lejos.